La dramática caída de las criptomonedas provocó no solamente pérdidas millonarias a las grandes potencias de los mercados sino también una
ola de desconfianza sobre los inversores de todas las escalas.
Si bien las acciones tecnológicas, los bonos de alto rendimiento y otros activos de alta volatilidad también fueron golpeados,
la caída de las cripto dejó a sus impulsores entre la incertidumbre y el pánico.
La debacle se inició en los criptoactivos que ofrecían mayor seguridad por estar atados a las monedas convencionales.
La stablecoin TerraUSD, o UST, en lugar de cotizar a USD 1 como estaba previsto, cayó a 99 centavos hace solo 5 días.
Pocas horas después se desplomó a 60 centavos y comenzó con ¡fluctuaciones violentas.
Las monedas estables algorítmicas como UST intentan mantener su valor mediante una combinación de instrucciones codificadas en programas informáticos y una gestión activa de tesorería.
El algoritmo falló y ahora cada stablecoin deberá justificar por qué no correrá la misma suerte de UST.
La crisis de confianza se extendió a todo el ecosistema cripto y todos sus principios fueron puestos en duda.
Bitcoin, la más comercializada en el mundo, quedó por debajo de los USD 30.000, cuando menos de un año atrás, en julio de 2021, había tocado su precio máximo de USD 69.000.
Otras criptomonedas que habían tenido su momento de gloria en los últimos meses, como
Cardano o Solana, también sintieron el cimbronazo, con pérdidas superiores al 40% en la última semana.
Por primera vez, se atravesó una crisis de gran profundidad sin la presencia de un regulador.
La naturaleza del mundo cripto, con su objetivo de ser un ecosistema desregulado, descentralizado y libre de toda posibilidad de control, hace que los inversores estén completamente por su cuenta.
Coinbase, la plataforma de criptomonedas más utilizada en EEUU, informó a la Bolsa que los usuarios que usan sus sistemas“no tienen derecho a reclamar en caso de que las cosas vayan mal”.
“La era del dinero gratis en Estados Unidos ha llegado a su fin y están apareciendo grietas en todo tipo de mercados financieros”,
expresó un artículo de The Economist.