Es un superalimento, originario de América central. Proporciona fibras, ácidos grasos y proteínas vegetales, entre otros nutrientes imprescindibles en una dieta balanceada.
La chía es un cultivo de la planta Salvia hispánica L, la cual constituyó junto al maíz, los porotos y amaranto, la base de la alimentación de las culturas Mesoamericanas, hace unos 3500 a. C.
Las semillas de chía cuentan con ácidos grasos omega-3 que benefician la salud cardiovascular, disminuyendo el colesterol, regulando el ritmo cardíaco y la presión arterial.
1.
Previenen la formación de coágulos de sangre y disminuyen la inflamación. Proporcionan energía y ayudan a los pulmones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino.
A partir de sus fibras, previenen la constipación, los divertículos y la aparición de cáncer de colon. Ayuda a controlar el azúcar y las complicaciones de la diabetes.
2.
Mejora la digestión
La chía es rica en fibra y se mueve lentamente a través del estómago, provocando saciedad por más tiempo. Cuentan con 9 aminoácidos que son esenciales para el crecimiento y la reparación de células y tejidos.
3.
Generan sensación de saciedad
Poseen un gran número de antioxidantes que reducen la acción de radicales libres, evitan la alteración de membrana celular, y previenen el envejecimiento celular y enfermedades crónicas no transmisibles y/o degenerativas.
4.
Ayudan a retrasar el envejecimiento celular
Incorporarlas en las ensaladas, como un aditivo.
Se pueden consumir molidas o activadas en agua.
Se recomiendan dos cucharadas soperas diarias en adultos y una cantidad similar, pero en medida “de café” para los chicos.
Recomendaciones de los expertos:
Para sumarlas a la dieta habitual es necesario realizar una consulta médica, ya que hay personas que pueden experimentar efectos secundarios, como hinchazón, gases y hasta calambres.