Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud indican que 1 de cada 4 muertes en el mundo tiene causas asociadas a la trombosis.

La trombosis consiste en la formación de un coágulo (trombo) en una arteria o vena, que puede ralentizar o bloquear el flujo sanguíneo normal o incluso desprenderse y viajar a otro órgano.

El riesgo consiste en producir un taponamiento (embolia) y desencadenar un infarto, ACV o tromboembolismo venoso, todas urgencias médicas de gravedad.

Según revelan los expertos, a nivel mundial se realizaron estudios que muestran que la incidencia aumenta con la edad.

La trombosis es la afección subyacente a las 3 principales enfermedades cardiovasculares causantes de muerte: infarto al miocardio, accidente cerebrovascular y tromboembolismo venoso.

Los síntomas más frecuentes son dolor persistente de la extremidad afectada, inflamación o aumento de volumen del pie, tobillo o pierna, enrojecimiento o cambio de color de la piel.

La afectación pulmonar se caracteriza por dolor de pecho y falta súbita del aire.

Los factores de riesgo son diversos, entre los de alto riesgo se encuentran la hospitalización prolongada, cirugía (especialmente rodilla y cadera) y trauma.

La trombosis se puede prevenir si se identifican y evitan los factores de riesgo. Como medidas preventivas, es bueno llevar un estilo de vida saludable y realizar actividad física frecuente.

Aquellos pacientes que se encuentren en una condición de mayor riesgo pueden recibir pequeñas dosis de anticoagulantes para prevenir las trombosis.

La confirmación diagnóstica se realiza con un examen imagenológico; una ecografía en caso de sospecha de trombosis de una extremidad y un scanner en caso de tromboembolismo pulmonar.