La búsqueda de apoyo en salud mental es cada vez más frecuente en pacientes de todas las edades. Desde los Baby Boomers hasta la Generación Alpha, qué temas llevan a la consulta y cuáles son los puntos en común.

De acuerdo a una encuesta realizada por Gallup, cerca del 25% de los adultos en Estados Unidos han acudido a un psicólogo, terapeuta o psiquiatra, lo que representa un incremento del 10% desde 2004 en las consultas.

Según señala Israa Nasir, psicoterapeuta radicada en Nueva York y autora del libro Productividad tóxica: Recupere su tiempo y su energía emocional en un mundo que siempre exige más, a Business Insider: “Cada generación está realmente luchando por encontrarle sentido a cómo debería ser su vida en este momento. Lo que parece para distintos grupos de edad es diferente”.

Los millennials, la generación de aquellos que tienen entre 20 a 40 años, vive la presión de equiparar la “perfección” vista en redes sociales con su realidad. Según advierte Jill Owen, psicóloga clínica en Reino Unido, se comparan las vidas perfectas con las suyas y “se sienten inseguros”.

“Los millennials piensan más en cómo su educación los afectó emocionalmente y cómo pueden evitar dañar a sus hijos”, explica Nasir.

Aquellos que forman parte de la denominada Generación X, personas con edades entre 44 y 59 años, los motivos de consulta con el terapeuta son diversos.

Por ejemplo, lidiar con responsabilidades financieras, cuidar de generaciones mayores. Son padres cansados, abrumados y estresados que están haciendo lo posible para ayudar a sus hijos a navegar por los servicios de salud mental, al mismo tiempo que se enfrentan a todo lo que sucede en sus propias vidas.

En el caso de las mujeres, se suma la presión de la menopausia, lo que genera un impacto emocional adicional. Las alteraciones en los niveles hormonales femeninos contribuyen a la ansiedad, la depresión y el estrés.

Los Baby boomers, que van desde los 60 a los 78 años, experimentan inseguridades económicas y emocionales al enfrentarse a cambios en sus roles de vida, desmitificando la percepción generalizada de su estabilidad y éxito. Más bien, la preocupación es la relación entre la jubilación y la identidad.

La Generación Alfa, los nacidos desde 2010, aun en su infancia, enfrentan retos particulares en salud mental. Según los CPC de EEUU, casi uno de cada cinco niños tiene un trastorno mental, emocional o de conducta. Los más frecuentes son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la ansiedad son los principales.

La Generación Z, aquellos jóvenes entre 14 y 26 años, centra sus preocupaciones en las incertidumbres identitarias, pensamientos reiterados sobre la imagen corporal y ansiedades vinculadas a la aceptación social, intensificadas por las redes sociales. Entre las preocupaciones de volverse adulto también están el cambio climático y las injusticias globales.