El estadounidense Jesse Owens ha sido mundialmente conocido por su talento para las carreras de velocidad, lo que lo convirtió en uno de los atletas más grandes de todos los tiempos.

Su momento de mayor fama deportiva fue en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Allí, frente al poderío nazi, mostró todo su talento, para amargura de Hitler y su teoría de la superioridad aria.

Owens era afroamericano, lo que era un afrenta para la imagen que el nazismo intentaba instalar.

En las primeras competencias su talento era tan inusual que llamó la atención rápidamente. Sus marcas como velocista tenían calidad olímpica y desde muy joven fue capaz de igualar récords.

En 1935, su fama explotaría en Michigan. Allí batió tres récords mundiales e igualó un cuarto.  Esta competencia fue el prólogo para los JJOO de Berlín, los más politizados de la historia.

En Berlín todos fueron testigos de una hazaña sin precedentes. El 3 de agosto Owens ganó su primera medalla. La otra gran polémica estaría vinculada con el rechazo de Hitler de saludarlo

Albert Speer, arquitecto del régimen, declaró que Hitler estaba enojado por la victoria contundente pero su destreza la atribuía a su raza “proveniente de la jungla”.

Owens declaró e insistió durante años que sí había saludado a Hitler y que incluso tenía una foto del momento, pero que fue tomada detrás del palco de honor.

“¿Qué podía hacer? Tenía cuatro medallas doradas, pero no podía comérmelas”, declaró Jesse Owens.

Hoy es recordado con admiración en todo el planeta como uno de los grandes atletas de todos los tiempos, incluso para muchos fue el mejor de la historia.