Durante 45 años Lucy Studey denunció a su padre, Donald, por obligarla a enterrar cuerpos de mujeres en un pozo, en medio del campo. Nadie le creyó.

Su hija había denunciado durante años los terribles asesinatos que había cometido durante tres décadas en Thurman, un pequeño pueblo de EEUU.

El asesino había descubierto “el lugar perfecto” donde deshacerse de entre 50 y 70 cadáveres, en su mayoría de mujeres, a lo largo de 30 años. Era un antiguo pozo de agua de 30 metros de profundidad.

El lugar era inaccesible. El hombre vivía en una casa móvil precaria, cerca del pozo que actualmente está tapado. Vendía drogas y armas en Iowa, Nebraska y Arkansas.

A pesar de las denuncias de su hija jamás fue detenido por asesinato. Sus entradas en la prisión fueron dos: en 1950 por hurto, y en los '80 por manejar ebrio.

Las autoridades tampoco investigaron las muertes violentas de sus dos esposas: una apareció ahorcada con un cable y la otra se disparó en la cabeza. Donald trató de suicidarse en una ocasión.

“Nadie me prestó atención. La maestra dijo que los asuntos de la familia se debían resolver dentro de la familia. Yo era pequeña, pero lo recuerdo todo”, le confesó Lucy a la policía.

Junto a sus hermanos iban varias veces por año al campo con su padre a deshacerse de los cadáveres. Siempre cubrían el cuerpo con tierra y soda cáustica. Lucy recuerda cabezas destrozadas y cuerpos baleados.

Finalmente, 30 años después, los perros detectores de cadáveres identificaron restos y se comprobó que Lucy Studey, que actualmente tiene 45 años, siempre dijo la verdad.