Se trata de una enfermedad viral aguda y grave. Algunas especies de ratones y ratas pueden transmitirlo a las personas.

Se transmite fundamentalmente por inhalación de aerosoles cargados de partículas virales provenientes de las heces, orina y saliva de roedores.

El hantavirus se ha detectado en 13 países de América, con más de 300 casos reportados por año. Algunos genotipos, como el virus Andes, que afecta más a la Patagonia argentina, pueden ser transmitidos entre humanos.

También hubo casos de hantavirus en Asia y Europa en las dos últimas décadas, que ponen de relieve los riesgos para la salud pública que entrañan estos virus.

Los contagios pueden producirse principalmente en galpones cerrados, huertas o pastizales donde están los roedores.  Ocurre al tocarlos o por mordeduras.

Los expertos advierten que ya se detecta en ratas urbanas y podría aumentar por el cambio climático.

Los primeros síntomas del hantavirus en las personas son similares a un estado gripal.

Hay investigaciones en marcha que apuntan a los factores ambientales, al mejoramiento de los tests para el diagnóstico y a un potencial tratamiento. Por ahora, no hay vacuna ni terapia para combatirlo.

La infección, que genera en esta región un síndrome pulmonar, puede llegar a tener una letalidad que supera el 30%.

Existe preocupación por el potencial crecimiento de casos de hantavirus en el futuro como una consecuencia del cambio climático que está sufriendo el planeta por actividades humanas que generan emisión de gases contaminantes.