El estrés suele señalarse como el punto de inicio de algunas enfermedades y males de la vida posmoderna.

¿Cómo afecta al sexo?

La suma de tensiones cotidianas de forma constante generan en el cuerpo exceso de cortisol, sustancia que poco a poco va socavando las bases del correcto funcionamiento del organismo.

Hemos normalizado tanto el estrés en nuestras sociedades, que es considerado como ‘normal’ en ciertas culturas que las personas vayan a todo ritmo 24 horas al día los siete días de la semana”, manifiestan los expertos.

Instintivamente se puede pensar que un encuentro sexual es una salida rápida a momentos de estrés. Con un orgasmo, a solas o en pareja, el cuerpo parece tener una buena dosis de serotonina, dopamina y oxitocina.

Pero, según explican los especialistas, eso no es suficiente y recurrir al sexo sólo por la búsqueda del orgasmo puede ser incluso contraproducente.

Una sexualidad activa y sana produce en el cuerpo una mayor cantidad de “hormonas de la felicidad”, facilitando así la expulsión del estrés y la relajación del individuo. Esto genera una mejora significativa en su calidad de vida.

Pero el cortisol en exceso arropa la serotonina, la oxitocina y la dopamina. A raíz de esto, es prácticamente imposible tener activación del deseo sexual.