Tras la muerte de Mahsa Amini, muchas mujeres iraníes dejaron de usar velo. Las penas que el régimen de Teherán podría aplicarles oscilan entre los 10 días y los dos meses de cárcel.

Las melenas al aire se han convertido en una imagen común en algunas partes del país, desde la muerte de Amini. La joven falleció bajo custodia policial tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo.

Desde la revolución islámica del país de 1979, la ley iraní exige que todas las mujeres, independientemente de su nacionalidad o creencia religiosa, usen un hijab que cubra la cabeza y el cuello, mientras oculta el cabello.

Pero muchos han traspasado los límites en las últimas dos décadas al permitir que sus cobertores de cabeza se deslicen hacia atrás y revelen más cabello, especialmente en Teherán y otras ciudades importantes.

La muerte de Amini desató las mayores protestas en décadas contra la República Islámica, protagonizadas por jóvenes al grito de “mujer, vida y libertad”.

Los mensajes institucionales son contradictorios. El líder supremo Ayatollah Khamenei recordó a principios de enero que el velo es obligatorio, pero llamó a “no acusar de irreligiosas y contrarrevolucionarias”.

Se ha especulado con el posible uso de cámaras y técnicas de reconocimiento facial para multar e incluso bloquear las cuentas bancarias de las mujeres que no usen correctamente el velo.

La Fiscalía General del país pidió a la Policía “castigar con firmeza” las violaciones en el uso del hijab y recordó que las penas por este “delito” pueden llevar a una mujer a pasar dos meses en la cárcel.