En muchos países es común sacarse los zapatos al llegar de la calle y esta práctica se volvió más frecuente luego de la pandemia.

Por lo general, se limpia el piso del hogar sin pensar en la cantidad de bacterias que habitan en la suela de los zapatos.  5 explicaciones científicas indican que es mejor entrar a casa sin zapatos.

          Las sustancias que se          acumulan en los hogares no sólo incluyen el polvo y la suciedad.  Alrededor de un tercio procede del exterior, y se introduce por el viento y por la suela del calzado.

            Algunos de los        microorganismos presentes en los zapatos y el suelo son patógenos resistentes a los medicamentos, incluidos agentes infecciosos de los hospitales muy difíciles de tratar.

        A esto se suman las toxinas        cancerígenas de los residuos de las calles asfaltadas y los productos químicos para el césped que alteran el sistema endocrino.

        La cantidad de plomo que se        encontró en los hogares entra por el aire desde el exterior,  por nuestros pies o por las patas de las mascotas.

        No hay muchas desventajas         en no ponerse los zapatos dentro de casa. Prevenir es mucho mejor que tratar y es una solución muy sencilla.

Es ideal contar con un calzado de interior que nunca se use fuera. Es prioritario asegurarse de que la suciedad del exterior de nuestras viviendas se quede justo allí: fuera.