La idea es generar conciencia sobre qué se consume, de dónde viene, cómo se produce y cuánto perdura en el tiempo.

Es lo contrario a la moda rápida (Fast Fashion), que abarata las prendas y propone ciclos de tendencias cortos.

Slow Fashion busca el equilibrio y la sostenibilidad en accesorios y prendas, como así también la protección de los trabajadores del sector, el suelo y los animales.

El término fue acuñado por Kate Fletcher, del Centro para la Moda Sostenible, tomando como referencia el movimiento Slow Food o comida lenta.

Busca resaltar el valor y la importancia de la calidad, selección de materiales e insumos con los que se fabrican las prendas, siendo estos sustentables, perdurables y eco-friendly.

El objetivo es crear un sistema que pueda ser apoyado indefinidamente en términos de ambientalismo y responsabilidad social.

Surge como una respuesta ante la gran contaminación que produce la industria textil en todo el mundo. Este movimiento invita a un cambio urgente en los materiales, procesos y comercialización de la industria.

La creación de moda sustentable se afianza cada vez más entre los diseñadores independientes, que buscan dejar una huella en el mercado y en el planeta.

La resistencia a este tipo de acciones parte de las empresas y cadenas de consumo masivo, que buscan producir al menor costo posible. Algunas queman toneladas de prendas no vendidas al año.

Las marcas de moda sostenible crean prendas de calidad con diseños atemporales y no siguen tendencias pasajeras.  Sus productos son elaborados bajo las reglas del comercio justo y con producción no masiva.