La relación entre la alimentación y la calidad del sueño es un enfoque emergente llamado crononutrición. Sugiere que una dieta balanceada y horarios de comida adecuados pueden mejorar el descanso nocturno.

Uma Naidoo, directora de nutrición, estilo de vida y psiquiatría metabólica en el Hospital General de Massachusetts, resaltó en entrevista con The Wall Street Journal, algunos nutrientes específicos que son buenos para el sueño.

Alimentos ricos en triptófano y serotonina, pueden promover la producción de melatonina, mejorando así el sueño. Se recomiendan alimentos como pavo, garbanzos, leche, huevos, pescado graso, hongos, plátanos y cerezas ácidas.

Estratégicamente, consumir la cena temprano se asocia con una mejor calidad del sueño. Marie-Pierre St-Onge, directora del Centro de Excelencia para la Investigación del Sueño y del Ritmo Circadiano de la Universidad de Columbia, menciona que la digestión aumenta la temperatura corporal, interfiriendo con el proceso de enfriamiento que forma parte del ritmo circadiano.

La consistencia en los horarios de las comidas también juega un papel crucial, envía señales claras al cerebro sobre los momentos de alerta y de descanso, según Kelly Baron, director del programa de medicina del sueño conductual en la Universidad de Utah.

Evitar el alcohol es otro consejo viable porque, aunque puede ayudar a conciliar el sueño inicialmente, deteriora la calidad del mismo al suprimir el sueño REM, causar interrupciones en el sueño y acortar su duración.

Consumir un aperitivo ligero que combine proteínas y carbohidratos saludables, como un vaso de leche, al menos una hora antes de dormir puede ser beneficioso para el descanso nocturno.