En los últimos años, se ha observado un aumento en la presencia de grupos de mercenarios en conflictos internacionales, lo que plantea interrogantes sobre su papel y su relación con el derecho internacional.

Estos grupos de mercenarios operan en un marco que a menudo desafía las normas del derecho internacional que deben regular los conflictos armados.

Blackwater, Grupo Wagner y el Batallón Azov son las organizaciones de mercenarios con mayor notoriedad internacional.

Según los analistas, se caracterizan por su falta de ética y convicciones ideológicas. Su motivación principal es el beneficio económico personal.

Los miembros de estos grupos suelen tener habilidades tácticas y un alto nivel de entrenamiento militar, a menudo con antecedentes en servicios secretos y fuerzas especiales.

La financiación de estos grupos puede provenir de múltiples fuentes, que van desde contratos oficiales con departamentos de Defensa nacionales hasta fondos desconocidos vinculados a líderes políticos mundiales.

La muerte de Yevgeny Prigozhin, líder del Grupo Wagner, es un ejemplo que arroja luz sobre las conexiones entre estos grupos de mercenarios y altas esferas políticas. Prigozhin era conocido como el "chef" de Putin.

El hermetismo rodea a estos grupos y a sus líderes, que tienen orígenes variados y, a veces, controvertidos, como el fundador de Blackwater, Erik Dean Prince, que tuvo una breve pasantía en la Casa Blanca antes de unirse a los Navy SEAL de EE. UU.

Estos grupos de mercenarios han sido objeto de numerosas denuncias por violaciones a las normas que buscan limitar los efectos de los conflictos armados.

A pesar de las denuncias, siguen operando en diversas partes del mundo, lo que genera preguntas sobre su capacidad para actuar al margen del derecho internacional sin ser procesados por crímenes  de guerra.