La Riviera Maya, en el estado de Quintana Roo, ha sido por años la joya turística de México, pero ahora es azotada por la violencia.
Su importancia radica en que aporta poco más del 50 por ciento del PIB nacional en materia de turismo.
Además, entre enero y octubre del 2021, el destino internacional recibió a 18 millones de visitantes.
Esta boyante situación hace que el crimen organizado fije su mirada en un mercado de millones de dólares.
Pero la historia de los cárteles en el estado no es nueva: por años se lo han disputado grupos como los Beltrán Leyva, Los Zetas, el Cártel de Sinaloa y otros.
Sin embargo, hasta ahora, la violencia permanecía fuera del corredor turístico, haciendo de la narcoguerra una sombra.
En la actualidad, los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Noreste y el Golfo se disputan el territorio.
A ellos se suman células delincuenciales y grupos criminales extranjeros que ven en el destino internacional un trampolín para sus negocios.
La Riviera Maya es codiciada no solo por el millonario mercado de venta de droga a turistas en la playa y centros nocturnos.
Sino que su frontera con Centroamérica la hace estratégica para la ruta de trasiego de estupefacientes que llegan de Sudamérica.
Además, permite al narco montar empresas fachada para lavar dinero, por ejemplo, las casas de cambio.
Esto ha hecho que la situación se recrudezca y que los puntos turísticos y sus visitantes queden en medio de la batalla por el control del destino.