El 3 de febrero de 1972 cometió sus dos últimos asesinatos, al día siguiente fue detenido y nunca más volvió a estar en libertad.

¿Cómo fue la vida del asesino serial?

Carlos Eduardo Robledo Puch llegó al mundo casi de milagro. Su madre Aída no podía quedar embarazada y probó todo tipo de tratamiento con remedios caseros. Su marido, Víctor, no estaba tan convencido.

Nació el 19 de enero de 1952 y tuvo una infancia sin sobresaltos aunque, a veces, era el centro de burlas de sus compañeros de escuela.

Carlos parecía un chico como cualquier otro.

Pero en realidad era un asesino serial. Entre 1971 y 1972 mató a 11 personas por la espalda o mientras dormían. Tuvo dos cómplices: Jorge Ibáñez, su mejor amigo, y Héctor Somoza, a quien mató a balazos.

Fue condenado a reclusión perpetua y, a pesar de pedir su excarcelación en reiteradas ocasiones, jamás le fue concedida.

Con 20 años, se convirtió en uno de los mayores criminales de la historia del país.

A 51 años de su detención, su abogado Jorge Alfonso logró que un asilo de San Nicolás, a cargo de un sacerdote, esté dispuesto a alojarlo. Pero falta la firma de los jueces y las pericias.

Robledo Puch “cumplió la pena desde el punto de vista judicial y no hay ningún elemento desde lo legal que pueda negar la libertad”, aseguró su abogado.

El letrado hizo hincapié en el artículo 13 del Código Penal que establece que "un condenado a reclusión o prisión perpetua que hubiere cumplido 35 años de condena (...) podrá obtener la libertad por resolución judicial".

La última imagen de Robledo en libertad es esposado, mirando hacia atrás desde el patrullero, como su madre se quedaba llorando en la puerta de su casa de Villa Adelina.