Funciona en las afueras de Odessa, una de las ciudades bombardeadas en Ucrania. 

Está ubicado a unos 20 kilómetros hacia el sur en una casa con jardín, en medio de la nada.

Aloja y protege a las mascotas que han sido abandonadas durante el desplazamiento de miles de ucranianos ante los ataques rusos.

El centro, llevado adelante por Natasha, ya funcionaba antes de la invasión, pero continúa su tarea a pesar de todo.

Algunos de los perros que residen en el lugar fueron adoptados los últimos días y viajaron con sus nuevos dueños a República Checa. Otros aún esperan ser rescatados.

Lo difícil en estos tiempos es conseguirles alimento”,

resaltó Natasha, aunque destacó la solidaridad de los pobladores que acercan comida para cuidar de los animales refugiados.

Tatyana y Eugeniy, dos amigas que residen en Odessa, se encargan voluntariamente de rastrear animales en peligro y encontrarles un lugar.  Aportan su granito de arena para hacerle frente a los daños que deja la guerra.

En la entrada de Polonia, una ONG alemana se dedica a tratar “animales traumatizados por la guerra”. 

En Kharkiv, una de las ciudades más golpeadas, también hay voluntarios ayudando.