El 24 de febrero del 2022, familias enteras con niños huyeron de los bombardeos. Desde ese día, más de un millón y medio de ucranianos abandonaron su país.

Si bien hay muchos refugiados, algunos eligieron quedarse en sus ciudades y optar por la vida más segura que encontraron: vivir bajo tierra en las estaciones del metro.

La decisión los alejó del sonido de los bombardeos, pero viven en la oscuridad de los andenes. Las autoridades de la ciudad habilitaron vagones en las estaciones para que haya más lugares donde dormir.

Dentro de la formación todo es más oscuro porque no hay electricidad. Los asientos son utilizados de cama y los marcos de las ventanas como estantes para el shampoo, el cepillo de dientes o el jabón.

Diferentes ONGs designaron encargadas de la educación y recreación de los niños por cada estación de metro para que los chicos tuvieran una persona de referencia.

El proyecto para menores de edad que viven bajo tierra asiste de forma psicológica y educativa, mientras son víctimas de la agresión militar rusa.